Un ensayo sobre las relaciones del arte, la protesta. la justicia, el poder, la informacion y la comunicacion. Un escrito trabajado entre Terremoto Magazine, Lorena Tavares Salamanca, Diego del Valle y Crack Rodriguez.
Nos arrancaron la lengua en enero de 1932. En ese año, el levantamiento
comandado por campesinos e indígenas salvadoreños fue abatido por el
entonces presidente Maximiliano Hernández Martínez. La explotación en las
plantaciones del café y la expropiación de tierras comunales fueron los
detonantes para un conflicto que dejó como saldo más de 30 mil personas
asesinadas.
La mayoría pertenecía al grupo étnico Nahua. A partir de la masacre,
identificarse como indígena era un peligro, pues la Guardia Nacional lo
asociaba con ser simpatizante del comunismo. La lengua, la vestimenta
tradicional y las costumbres casi desaparecieron por completo. De esta forma
se entró a una zona de silencio y ausencias, mismas que culminaron en el
conflicto armado salvadoreño que duró 12 años y culminó con la firma de los
Acuerdos de paz. Sin embargo, aunque la tranquilidad y la construcción de
un nuevo tejido social se dibujaban en este pacto político, nunca se
concretaron.
Una imposición absoluta del silencio se materializó a partir de las dinámicas
dictatoriales de la ideología y la división del camino solo en dos vías, legado
de la Guerra Fría que polarizó al mundo durante varios años.
En esta memoria irresoluta y un periodo de posguerra fantasma, el punto de
partida es la ignorancia, que alimenta la pragmática de la vida de un
salvadoreño que consume entretenimiento y violencia estructural. Aquí surge
la necesidad de manifestarse con otras herramientas, con una corporalidad
que traduce símbolos e inserta cuestionamientos, otros modos de ser y estar.
Uno de los ejemplos más relevantes es el de Prudencia Ayala, una indígena
salvadoreña que, en 1930, año en el que las mujeres no podían votar, se
postuló a la presidencia. Dos años antes de la masacre de campesinos, esta
mujer propuso un plan de gobierno en donde la mujer fuese reconocida como
sujeto de derechos humanos y tuviese la autonomía para desarrollarse sin
supervisión del hombre. También planteó regulaciones para las armas, el
alcohol y la competencia en la administración pública.
Esta intervención del espacio público pasó sin pena ni gloria en el tiempo, de
Prudenciasin embargo, desde este lado de la ausencia en la vida
contemporánea, su hazaña es un acto político, un acontecimiento que debe
ser valorado como arte acción y arte político que respondió a una
circunstancia adversa para los salvadoreños de esa época.
En la década del 80, la guerrilla salvadoreña fue la vanguardia de la lucha por
mejores condiciones sociales y económicas. Concentraciones masivas en las
calles y frentes de guerra en el campo y la ciudad fueron los espacios en
donde los salvadoreños comunaron durante 12 años, en el terreno escabroso
de la ideología binaria, derecha o izquierda. Pero la historia lo demostró, ese
diálogo sólo fue un instrumento para que el movimiento social, que alzó las
armas, se convirtiera en partido político que llegó al poder en 2009. Por
primera vez, un partido de izquierda gana las elecciones presidenciales, y
para desánimo de muchos, mantuvo la desigualdad y el silencio.
A groso modo, este es el ciclo histórico que me introduce al terreno del arte
para tratar de entenderme por medio de cualquier expresión que exploré,
donde la experiencia habla de como la guerrilla tambien cometió muchas
injusticias adentro de esta colectividad, como podemos redefinir el conflicto
que solo muto
En ese devenir del cuerpo y la mente he explorado cuáles son las vías de
comunicación efectivas para generar un vínculo con la ignorancia del
salvadoreño, una especie de protolenguaje para entender lo que pasa ycómo
responder a la adversidad que ofrece el capitalismo, un sistema que alimenta
a las civilizaciones actuales.
Vengo del conocimiento que me brindaron los medios de comunicación, la
pedagogía de la violencia y la calle, territorios en donde no se atisba la
posibilidad de una retroalimentación, a menos que sea agresiva. Eso me llevó
a asociar objetos y contenidos, y así generar una definición diferente a la
establecida por el conocimiento hegemónico.
Con el objetivo de crear nuevos símbolos a partir de los añejos, una de las
problemáticas que siempre me ha interesado resolver es la comunicación en
las manifestaciones de los colectivos y organizaciones; el movimiento
popular. Un ejemplo concreto es la marcha del 1 de mayo, el Día del trabajo a
escala internacional. Esta expresión de lucha popular está estigmatizada por
la tradición. En las últimas décadas del siglo XX, los sindicatos, los
estudiantes universitarios y los simpatizantes de las organizaciones de
izquierda del país se tomaron las calles en tiempos represivos, cuando El
Salvador era gobernado por la mano dura de los militares. En esa época,
marchar era sinónimo de militancias en las filas del Partido Comunista
Salvadoreño (PCS) y sus ramificaciones.
Las marchas fueron populosas y se caracterizaron por un misticismo
comunitario, como si el espíritu de la Comuna de París, el movimiento
insurreccional que gobernó la ciudad francesa del 18 de marzo al 28 de mayo
de 1871, inspiró a los marchantes a ser carne de cañón. Los participantes
marchaban al ritmo de canciones de trovadores populares, con pancartas en
donde exigían mejores condiciones laborales, el cese de la represión y la
caída de los empresarios millonarios, llamados oligarcas; la burguesía.
Manchaban paredes con las consignas propias de un ideario marxista.
Pero eso cambió. Como ya dije en los primeros párrafos de este texto, el
partido FMLN, que se vendió como el instrumento partidario del cambio, es
solo un engranaje más de un sistema de partidos viciado por la corrupción, al
igual que los sindicatos que, en años pasados, fueron defensores de las
garantías laborales.
Al ser ellos y sus huestes de jóvenes los que convocan actualmente a esa
marcha, responden al culto de la forma del imaginario revolucionario de la
guerra civil; una contemplación del significado de lucha que caducó. Ahora
esta es una tradición que facilita la manipulación de los poderes económicos
y políticos a través de los medios de comunicación, que también responden a
sus intereses informativos, robusteciendo la estigmatización de las luchas
sociales.
Hemos caído en el círculo vicioso de la corporalidad, participando en
dinámicas que responden más al símbolismo de arrancarnos la lengua, un
silencio corporal de la tradición manipulada por el conocimiento y la mala
dirección de la valentía, en donde no podemos canalizar la violencia que
sentimos; no la podemos traducir por la rabia, la injusticia, la miseria y la
desigualdad.
No es fácil dejar de manchar las paredes el 1 de mayo, cuando es el reflejo
del acceso paupérrimo a la educación. Además, el adultocentrismo sigue
perjudicando el relevo generacional, creando coágulos que solo circulan en
consignas y “culos a tierra” (el manifestante se agacha para correr cuando
dan la señal y avanzar cierto tramo del recorrido); el uso de la pirotecnia en
las marchas pacíficas, haciendo una apología a la guerra y perpetuando la
violencia para invalidar una marcha que podría ser una reivindicación de la
convivencia.
A esto se suma el ideal romántico de una izquierda y los movimientos
sociales que no se vinculan, discriminan, capitalizan y segmentan las formas
diversas del pueblo salvadoreño. Formulan la pretenciosa capacidad
intelectual de asistir a una marcha, estigmatizan a los menos privilegiados del
descanso y del conocimiento por su ausencia a un retroceso sin ninguna
dirección. No todos son marxistas, no todos son leninistas, no todos son
trostkistas, no todos son malinchistas, algunos solo quieren mejores
condiciones económicas y sociales.
En la Declaración de los Derechos Humanos no figura el derecho universal a
estar en la nada; ha sido impuesto. Cuando vives en un sistema de carácter
extractivista, que genera desigualdad y ahonda la brecha entre clases
sociales, literalmente, estás ahí, anulado como sujeto de derechos. No
tenemos salud, educación de calidad, techo seguro ni recursos económicos
para desarrollar nuestro proyecto de vida. Las mujeres no pueden decidir
sobre sus cuerpos y son asesinadas por la herencia del patriarcado. A los
jóvenes los encarcelan por ser pobres y vivir en barrios marginales. Si naces
en el seno de una familia pobre se te asigna el derecho a la nada.
A raíz de esta ausencia de lenguajes, presentamos una marcha hacia atrás,
en silencio, con personas vestidas completamente de negro y portando
mantas negras, sin consignas, y con la convicción de no manchar una pared.
El 1 de mayo de 2018 se convocó, a través de redes sociales, a marchar
hacia atrás; cuerpos que le dieran la espalda a una tradición fantasma e
insertaran la posibilidad de cuestionar un evento que, durante años, ha sido
la vanguardia de la lucha por mejores condiciones de vida.
Comunar en el terreno de la apatía
Desde el principio de nuestras prácticas hay un fracaso heredado al generar
espacios con relaciones superficiales. Ahora ya se empiezan a generar
algunos vínculos, un encuentro que permite insertarse y valorar esa
aproximación, experiencias que sí son reconocidas y nos hemos dado la
tarea de medir su incidencia, desconsolador por cierto, pero son procesos
que, dependiendo de la novedad de la estrategia circunstancial, el nivel de
vinculación que se puede lograr y la reformulación continua pueden abrir
canales. Según las relaciones obtenidas podríamos acercarnos a la sintonía
o la frecuencia del comunar, en estrecha relación de la necesidad del
comunicador, pero ¿qué pasa si su preocupación es estética? Si asumimos
que la colectividad debe manejar nuestros lenguajes, difícilmente lograremos
comunar.
En este mundo subyugado por la adquisición de la miseria se puede comunar
entretenimiento basado en la piratería, basado desde la adicción al consumo
y al espectáculo como parte de la canasta básica. Realmente es una
necesidad básica por su estrecha relación con la soledad y el placer como
fuente de información. La necesidad social por la avidez de afecto se
satisface con las redes formadas desde los móviles. A es más barato,
práctico y placentero consumir bebidas y comestibles artificiales que pensar
en el tiempo y el trabajo del proceso encarecido de llevar una vida sana a
través de alimentos que nos discriminan al momento de ver el precio.
Solo una consciencia que ha llegado al cinismo podría detectar, admitir y
corregir el dolor y la voluntad de un cuerpo. Desde la individualidad no es fácil
exponerse, pues a quién le interesaría estar fuera y dejar de participar en
estas dinámicas que nos otorgan confort a cuenta gotas.
Hay prácticas performáticas que se pueden perder, fácilmente, en una
interpretación teatral. En lo personal, me parece demasiado predecible el
lenguaje corporal cuando está viciado por algún lenguaje ligado a la
extroversión o la sobreactuación, presentando una descontextualización
forzada; una relación de poder entre el artista y el espectador. La apuesta es
diluir dicha relación que rompen con la comunión del presente, que colonizan
los espacios. Entonces, se debe entrar como si lo hicieras en un templo,
respetando su dinámica pero ofreciendo un ritual que pueda abonar a esa
sinergia.
Interpelación de la memoria
La memoria siempre nos está exigiendo vincular las circunstancias para
formular la materialidad. Las prácticas performáticas en El Salvador deben
alejarse de los espacios tradicionales como museos, galerías o centros de
arte, que perpetúan la capitalización de diálogo. Está bien tener muestras o
investigaciones respecto a nuevos lenguajes contemporáneos, registros de
video, fotografía o audio de la propuestas en espacios públicos. Si se realizan
en estos espacios tendría que estar fundamentado, si la práctica
descontextualiza a la plataforma.
The Fire Theory es una plataforma con proyección en la búsqueda de
lenguajes, conformada por cuatro artistas; Melissa Guevara, Ernesto
Bautista, Mauricio Kabistán y mi persona. Una productora que trata de
redefinir las corporalidades contextualizando y redefiniendo espacios.
En 2016 desarrollamos un proyecto, en el marco de la Bienal del Itsmo
Centroamericano, y con ayuda del Museo de la Palabra y la Imagen (MUPI),
para generar un diálogo entre la memoria histórica y el reconocimiento de
posibles lenguajes con “El Juego”, un partido de fútbol con excombatientes
de la guerrilla salvadoreña y la Fuerza Armada de El Salvador, que en el
conflicto bélico fueron rivales.
En esta ocasión se mezclaron en los equipos para camuflajearse en la
reconciliación. Este es un proyecto que por falta de ingresos no podemos
seguir desarrollando.
Luego a raíz del acercamiento y siendo parte de un movimiento social “Los
Siempre Sospechosos de Todo”, una organización artivista que defiende y
visibiliza detenciones ilegales y abuso de poder de las instituciones del
sistema de seguridad pública y justicia, contra personas inocentes que viven
en zonas de conflicto pandilleril, utilizamos las simbologías mediante gestos y
circunstancias, con los que redefinimos situaciones y objetos vinculados a las
detenciones y las arbitrariedades cometidas por servidores públicos.
Al hacer un análisis de estos resultados se detecta la importancia de la
denuncia y la incedencia que tiene en estas injusticias; pero nos genera una
duda: ¿cómo podemos materializar incidencias en los espacios públicos? No
solo en espacios determinados por un lugar, sino determinados por la
legalidad, espacios públicos determinados por los derechos humanos,
espacios públicos que están restringidos.
El Museo de Arte de El Salvador (MARTE) nos brindó un espacio para
realizar una propuesta con The Fire Theory, titulada “Declaración Negada”,
en colaboración con “Los Siempre Sospechosos de Todo”. Generamos en la
sala del MARTE una recepción de denuncias a violaciones de derechos
humanos con abogados notarios para crear declaraciones certificadas,
legitimadas como documentos legales en un espacio de arte que legitima
estas expresiones como trascendentales.
Un cuerpo puede iniciar un diálogo público desde su individualidad; pero si
hay una identificación de poder, de fuerza o capacidad podría ser vulnerable
a trastornar su dirección. Las ventajas de la simplificación del algo
manifestado permiten la creación de nuevos lenguajes que no dependen de
la tradición, sino que surgen de la necesidad, de una experiencia que se
podría focalizar en el lenguaje de la corporalidad; la verbalización del cuerpo,
del movimiento, de los gestos respecto a un objeto o un espacio sin parecer
un espectáculo, siendo más una narrativa pública que alcanzamos con los
recursos que contamos.
Si estos recursos emanan una continua nada, un algo paupérrimo que
debemos utilizar y focalizar desde la ausencia, desde el vacío, desde el
limbo, cómo podemos tratar de manipular la utilización de eso
manifestaciones que podriamos materializar. Si la ignorancia es algo,
¿podríamos complejizarla o simplificarla? ¿Cómo la podemos canalizar,
catalizar o materilizar? ¿Cómo podemos llevarla más allá, si eso es lo que
tenemos?
La ignorancia como ausencia de conocimiento o la ignorancia como no
conocimiento porque se rige, se dogmatiza y está instucionalizada como
periferia del conocimiento. La ignorancia es el otro conocimiento que camina
en plano cartesiano en la horizontalidad de X. El conocimiento es un estatus
que asciende en la vertical de Y. Si están en la misma línea de desarrollo, la
ignorancia puede ser la capacidad o el espacio abstracto que puede fluir,
crear incoherencias y las posibilidades de ofrecer o cuestionar conocimientos.
A manera de conclusión general, ¿qué retos y fracasos encuentras en las
prácticas performáticas y performativas hechas hasta ahora para reivindicar la
ignorancia y la nada a través del cinismo? ¿es imposible desarticular el
enunciado hegemónico? Si es así, ¿cuál es la importancia de insistir en ello?
Si la contraparte de lo hegemónico es la nada, ¿qué multiplicidad de
lenguajes se revelan en ella?
Las prácticas performaticas y performativas como lugares donde se gesta la
memoria tienen en su contraparte al cuerpo que como un pizarro tiene
inscripciones, reinscripciones y borraduras. ¿Donde queda borrar y reescribir
en la vida de las personas y de las colectividades? ¿Será que llegar a la
borradura no implica un fuerte cambio? – pensarse también y en tirar a la
basura de tajo, hechos como un procesos de paz fracasado.
El reto esta en reformular la precisión del mensaje, la simplificación del
cuestionamiento, generar dialogos incluso con la publicidad y el marketing
solo que el mensaje contrario al curso normal debe ir dirigido hacia el
bienestar común, si estas herramientas mediaticas utilizan principios de
estética por que no implementar estudios de consumo, la elevación de los
lenguajes esta generando discriminación, la mala canalización de la
intelectualidad debe replantearse urgentemente, y utilizarlo para hacer
novedosas estrategias,
El fracaso es exigir que a los se quieran sensibilizar esten vulnerables solo
por que si, por que si creemos que los que ignoran la realidad deban tener el
privilegio de los que estan sensibilizados o idelogizados o tener los derechos
oficiales de la revolución, hay una falta de entendimiento de las posibilidades
de la otredad, las mayorias carecen de herramientas para pensar en su aqui
y ahora, en la misma otredad desde su centralidad, El fracaso es del
egocentrismo tradicional revolucionario, que identifica desde otras realidades,
actualidades o memorias hístoricas, no podemos pensar que si funciono en
determinado lugar o tiempo sea la misma formula para contexto diferente.
Cada aqui y ahora tiene su especifidad.
Es posible desarticular, sabiendo utilizar la nada debemos clonar el
enunciado hegemónico y redireccionar hacia nuestros fines. La
importancia de seguir insistiendo es para tratar de marchar hacia el
algo, hacia el abismo responderiamos al discurso hegemónico en
cualquiera de sus presentaciones.
Primero es la ubicación de este recurso, Al admitir la nada, empezamos
a reconocer todas sus virtudes la miseria, el miedo, la ignorancia, el
hambre, la sed, la incapacidad, la ausencia, la carencia, la pobreza, la
enfermedad, la injusticia, la desigualdad, la insalubridad, el
hacinamiento, ruido, gestos, circunstancias, garabatos, contrabando,
falsedad, imitaciones, contaminación y la moribunda corporalidad como
recurso, su forma silvestre de desarrollarse permiten, partiendo de lo
positivo de poder perder más
En una desubicación, en una rutina malentendida, a un confort en un
sacrificio, en una simplicidad de un gesto contaminado con una
asociación, en un ritual de una imitación, en una vulgaridad, en una
alienación o una espirirtualidad
La brevedad de nuestra memoria entre mas instantaneo es nuestro paso
por la corporalidad, la vida se ha vuelto tan olvidada, sin memorizar
cantidades, solo las que estan ligadas al precio, todo esta a un delete, a
un edit, a un post, a un corazón gráfico y virtual,
En la oportunidad del presente, la memoria corta, lel monopolio de la
historia hegemonica, el entretenimiento, el consumo, las
especulaciones, la negligencia y la ignorancia de nuestros hechos
intentamos materializamos en inscripciones, reonscripciones y
borraduras.
Nuestra es nada es el mismo cuerpo austero, un cuerpo limitrofe al
abismo, que lo sostiene gestos, ubicaciones, redefiniciones de la
utilización de los objetos, posturas, posiciones, miradas, lenguajes
corporales, ruidps, silencios, chaos, simetrias, putiadas, ahuevadas,
maldiciones, bendiciones, testimonios, jactancias, milagros, oraciones,
peticiones, dogmas, mandamientos, profecías, calumnias, chismorreos,
cultos, alabanzas, unciones, rituales,
Como nos ponemos en sintonia con la precariedad y todos los recursos
que hay en la multiplicidad del cuerpo, un cuerpo que sufre de ausencia,
que vive en la desubicacción
Donde se vive de la imitación, de la fotocopia, del plagió, del cover, del
parecer, del reflejo, del resplandor, de la sombra, de lo virtual, solo
podemos tener la sensación de robar, de burlarnos para defendernos y
quizas algun día lograr lo imposible con el sarcasmo.

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